A menudo, los que nos dedicamos a la gastronomía y tenemos la suerte de estar cerca de los Grandes, devoramos libros y ansiamos conocer todo el movimiento alrededor de la farándula Michelin, nos olvidamos del significado real de un buen restaurante.
Hoy os quiero hablar de mi amigo Guillermo, un hostelero de esos que invitan a la reflexión, anónimo como la mayoría, capaz de gestionar él solito a un centenar de clientes alegres a la vera de la chimenea y la copa.
Y siempre se repite el mismo bucle, bajo al pueblo a saludarlo, charlamos alegremente, copeo en la barra y observo, no puedo evitarlo, ante un momento crítico en el servicio hostelero de este país, en la que muchos locales “guays” necesitan una larga brigada de camareros mal formada y desmotivada, incapaz de atender correctamente a sus clientes, Guillermo va “sobrao”, siempre a tope la bandeja, algo que no muchos “camareros de hoy” saben hacer, capaz de cambiar el jamón que se ha terminado en “cero-coma” y de no perder nunca el buen humor…
Ay!! La sonrisa… Qué importante es…!!!.
Así que, si algún día os perdéis por Córdoba, os invito a acercaros a Nueva Carteya, un pueblecito encantador, cerca de Montilla, con aromas de aceite y fino, con recuerdos de infancia, de costumbres y paisajes. Acercaros al Casino, donde mis abuelos me llevaban de la mano y me dejaban correr por el patio… recuerdos en blanco y negro… Preguntad por Guillermo.
Guillermo, una copa por favor!!!.