Una de las grandes cuestiones que surgen siempre en los cursos de cata que damos en ChefsLab, son los conceptos, Crianza, Reserva, etc...
La verdad es que es un rollo, en principio estos conceptos surgen para establecer un tiempo mínimo de barrica y un tiempo mínimo de botella, antes de salir al mercado, el problema es que cada denominación tiene sus propios parámetros, por lo que un crianza de un año de una D.O. podría ser Reserva en otra D.O., creando confusión en el consumidor final cuando está ante un lineal.
La diferencia entre D.O. es fácil de entender, las uvas se comportan de manera diferente en diferentes Terroirs, así que ya no te digo nada entre diferentes zonas geográficas y ahí está el quid de la cuestión, que cada bodega debería darle el tiempo que estimara necesario de barrica y botella, antes de salir al mercado, para hacer el tipo de vino que se busca, (frutal, complejo, con madera presente, evolucionado, etc.).
Esto, unido a la gran desorientación que hay entre cambios de hábitos en los consumidores, provoca que algunas bodegas centenarias, sus grandes reservas se acerquen peligrosamente más hacia un crianza, que hacia lo que fue, caldos marcados por la evolución, los cueros, la fragilidad tánica y no hacia la fruta fresca??!!.
Por no hablar de los vinos de autor, (¿todos lo hace alguien no?) que buscan saltarse ese encorsetamiento absurdo, para dotar al vino de la justa crianza que permita expresar lo mejor de él, (para mí, un planteamiento más que correcto y sobretodo honesto).
En definitiva, cuando conocemos una bodega y sus diferentes vinos, los conceptos crianza o reserva pueden ser útiles, cuando no… pues a ciegas!. Al final, el paladar es el que manda!.
Y para gustos….. COLORES!!!.
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