Seguir
encontrando hilo, porcelana, plata y cristalería marcada es un lujo, un lujo
cercano, que nadie se piense que los precios medios están alejados de otros
restaurantes de este nivel.
Siempre
pienso que aunque hemos vivido una gran revolución gastronómica tanto en la
cocina como en la sala, no estaría de más, mirar con cierto respeto, mesas de
este calibre.
Dentro de
no muy pocos años, tendencia no será una mesa sin mantel, sino puestas en
escena tan sobria como esta.
Es más, imaginemos
momentos inolvidables alrededor de una mesa… esta lo será sin lugar a dudas.
Y claro
está, cuando todo esto se acompaña de una gran cocina como la de Jorge González
armonizada con criterio por Gemma Vela…. pues eso, que te quiten lo bailao!.
Os dejo una
pincelada del menú y os invito que os acerquéis uno de estos días, en que el
restaurante se traslada al jardín, haciendo aún más, un entorno de esos que te
quitan las penas.
Merece la pena darse un "homenaje" en un lugar tan "atemporal".
Carpaccio
de Carabineros
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