Cliente: Camarero, tres cañas por favor!.
Camarero: Enseguida se las llevo.
Cinco minuto después…
Cliente: Camarero, cuando pueda tres cervezas por favor…
Camarero: Las mismas tres de antes, ó son otras tres…
Con esta coletilla, finalizó de manera agria y seca el camarero que atendía las mesas y que pude no sólo escuchar, sino percibir todo su lenguaje no verbal…
Cierto es, que en mis inicios de camarero, en algún bar de la Costa Brava, y sin motivo justificable, lancé alguna coletilla similar, de hecho, podría escribir un sinfín de frases cortantes hacia los comensales…
“Errare Humanum Est”
Pero… cuesta tan poco decir lo mismo cambiando ligeramente la entonación, quizás, sí que estemos ante clientes pesados e impertinentes y que se merecen toda nuestra ira reprimida… pero, con un poco de socarronería, seguro que conseguimos arrancar una sonrisa a todos y hacer de una situación de estrés, un momento de relax.
Está claro que hay un problema mayor en cuanto al servicio en los restaurantes y bares de este país, y que escribiré desde mi percepción, (una vez más), cuáles pueden ser las causas de ellos, pero de momento, dejo una frase a jefes y maitres ante los nuevos árboles que crecen:
“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”
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