Hace escasos días, en plena ola de calor, pedí una copa de vino tinto, que muy amablemente me sirvieron a temperatura ambiente, es decir, unos 40 grados a la sombra… Claro que, si pides hielo te miran con cara de… este no tiene ni p… idea, y cierto es!.
Está claro que no todos los garitos tienen que tener la última tecnología en conservación vinícola… pero una cubitera con hielo tampoco complica tanto.
Al final, y aunque sí que hay temperaturas establecidas para el consumo óptimo de los
diferentes vinos que podemos encontrar, os dejo este link.
La intuición propia suele adivinar dichas temperaturas que podríamos resumir con un “me gusta”
o “no me gusta”, sabiduría popular al fin y al cabo.
Pero además, deberíamos tener siempre en cuenta el estado emocional que tenemos en el momento de descorchar un vino y quizás ahí, interviene algo más que una tabla con
temperaturas de servicio.
Pensamiento propio o ajeno… Verano, calor, mucho calor, no quiero cerveza, que me hincha, y me niego a un tinto de verano… quizás un joven frio, no, mejor helado.
35 grados fuera, pero en el comedor con aire acondicionado, he parado la sed con la cañita fresquita, quizás es el momento de un vino con más cuerpo, no tan frio, que para frio ya está el aire acondicionado.
Seguiré pidiendo hielo mientras sigan dándome el vino a 40 ºC a la sombra…
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