Permitidme
contaros una batallita que me vino a la mente hace unos días.
Fue
cuando tenía 17 años, en aquella época, compaginaba mis estudios de COU con
extras como camarero para una brigada, donde solíamos ir a hoteles de 4 y 5
estrellas. Aún recuerdo cómo me impresionaba aquello…
Un
día, trabajando en el Hotel Princesa de Barcelona, el maitre preguntó quién
quería quedarse al servicio de comedor y atrevido de mí, le dije: Yo Sr. (no
recuerdo su nombre). A continuación, me puso en un pequeño privado donde me
aseveró: “Este cliente que está sentado a la mesa, es uno de nuestros mejores
clientes y le gusta el cava bien frio, así que, sírvele siempre muy poquito en
la copa, tantas veces como sea necesario…”.
Glub,
glub, que acojone… 17 añitos… no olvidaré lo mal que lo pasé cada vez que tenía
que coger el cava, como enrollo el lito (la servilleta)?. ¿Gotearé al servirlo en
la mesa?. ¿Cuánto le sirvo?. ¿Se enfadará conmigo?.
Y
aún recuerdo más nítidamente todavía, la mirada de aquel cliente que debía
pensar: “Otro camarero novato “jodiendome” el cava…”.
Todo
esto ha venido a la memoria, porque he presenciado una escena parecida hace no
muchos días y me dieron ganas de levantarme para decirle al Sr. Maitre, que a
lo mejor, si le explicaba un poquito más al “pipiolo” de su camarero, éste no sólo
cogería confianza, sino que además, podía descubrir que la hostelería, sin ser Física
Cuántica, es un oficio agradecido, donde se puede crecer mucho, como
profesional y como persona.
Pero
para eso, el propio Maitre debería estar encantado con su oficio y tener la
paciencia y los conocimientos necesarios para saberlos transmitir……
1 comentario:
Y gracias a esos consejos que no cuestan nada, se forjan los más increíbles profesionales. Me ha gustado mucho, felicidades por este gran Blog, sigue así.
Publicar un comentario